jueves, 24 de julio de 2014

Alitas y patatas cajún


No tardábamos demasiado en decidirnos a dónde ir a dar el paseo diario; mi madre y yo hemos caminado mucho juntas, tanto que caminar la una sin la otra no resulta lo mismo. En época de moras y manzanas el destino estaba asegurado, el bosque. No hay un olor como el del bosque, la humedad del musgo, el de las hojas secándose en el suelo, la tierra fresca... los helechos que te acarician las piernas. La felicidad del perro que correteaba delante de nosotras, husmeando matojos, moviendo la cola sin cesar.   La boca se inunda de saliva cuando vislumbras ese manzano cargado de fruta, justo antes de darle el mordisco te parece escuchar el chasquido jugoso en tu cabeza. Las moras que vas apilando una tras otra en la bolsa y otras tantas que vas comiendo porque son irresistibles... el regreso a casa... a la parte del jardín donde por la noche nos sentábamos a mirar el cielo, a preguntar dónde irá ese avión ¡ojalá esté yo en él y volar, volar muy lejos! 

Han pasado más de veinte años y sigo caminando con mamá, a diario, ambas con más achaques, con distintos paisajes, distintas conversaciones. Hemos cambiado las manzanas del árbol por los cafés en el Pombo o el pincho en El Corona. Se nos han quedado cosas importantes en el camino, papá se bajó del tren hace no tanto... su pijama, ese pijama de botones que me sigo poniendo y ¿sabes? aún me sigue apeteciendo meterme en la cama de mamá porque él no está. La última vez éramos las tres, mamá, mi hija y yo, en la misma cama, como una fiesta de adolescentes. Las risas, la radio y poco a poco el sueño que te invade hasta que te das cuenta de que ya es otro día. Tengo que hablar de esas risas, no creo que vuelva a reírme tanto como lo hago con mi madre, esa risa sana, contagiosa
El tiempo cambia escenarios, historias y personajes. Creo que esto es envejecer, el recordar el pasado con añoranza y temer lo que está por venir, ser demasiado consciente de que hay cosas que se van para no volver y que tú eres una de ellas.

INGREDIENTES
1Kg de alitas de pollo limpias de puntas

2 Patatas grandes

Una cucharadita de pimentón dulce
Una cucharadita de semillas de comino
1/2 Cucharadita de curry en polvo
1 Cucharadita de ajo en polvo
1 Cucharadita de cebolla en polvo
1 Cucharadita de tomate seco en polvo
1/2 Cucharadita de pimienta negra
la Puntita de una cucharita de pimentón picante
1/2 Vaso de vino, cerveza o licor


PREPARACIÓN
Mezclamos todas las especias, licor y sirope y bañamos las alitas con ello, dejamos reposar en la nevera al menos media hora.

Mientras tanto lavamos bien las patatas, ayudándonos con un estropajo. Cortamos en gajos gordos las patatas sin pelar. Las lavamos y mezclamos con las alitas y dejamos reposar diez minutos, para que se impregnen ellas también de los sabores de las especias.

Encendemos el horno a 200ºC y horneamos nuestras alitas y patatas al menos 30 minutos.

La cocina cajún es una cocina especiada, sabrosa y fuerte.


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