Un postre estupendo, un contraste magnífico.
Mi hermana hace todos los años por esta época carne de membrillo, y me da una lata que dura bastante poco, por lo bueno que está. Nada que ver con el que se compra hecho, industrial.
Hacerlo es trabajosillo, por la de vueltas que hay que dar a la mezcla con cuchara de madera hasta conseguir el punto deseado y correcto, y por el peligro que entraña ya que si te cae esta mezcla ardiendo te quema la piel.
Qué se necesita:
- Dos kilos de membrillos
- Dos kilos de azúcar
- Agua
Cómo se hace:
Se pone abundante agua a hervir y se cuecen los membrillos con la piel limpia. Cuando estén tiernos se sacan y se pelan, con cuidado de no quemarnos, mejor dejarlos enfriar un poco.
Se quita el corazón y las pepitas y se cortan en trozos. Se aplastan bien o se pasan por un pasapurés, hasta que quede cremoso. En una olla alta se ponen con la misma cantidad de azúcar que el membrillo que nos haya quedado, ya menos de dos kilos.
Hay que remover hasta que vaya cogiendo el tono oscuro y quedando espeso. Esto dura bastante y hay que remover con frecuencia para que no se pegue al fondo de la olla.
Lo echamos en latas o recipientes de cristal en los que acabarán de cuajar.
Pues ya tenemos la carne membrillo casera, ahora a degustarla sola, con queso manchego, con fruta…o con queso fresco que está buenísima.
Cortamos el queso fresco en forma redonda con un cortador y hacemos lo mismo con la carne membrillo.Cortamos el queso en rodajas gruesas.
Colocamos una capa inferior con una rodaja de queso, una intermedia de membrillo y la superior también de queso.
Desmoldamos y listo…La mía no estaba muy consistente y se derramó un poco por los lados, pero sin problema…estaba igual de rica.